agosto 19, 2014

"La autonomía del intelecto general: este es el problema". Entrevista a FRANCO BIFO BERARDI

PICICA: "En Turquía y, tal vez aún más en Brasil, las luchas que han animado este último periodo se dieron en una situación no de recesión sino de crecimiento económico. En tu último viaje a Corea has entrado en contacto con una sociedad que, en el espacio de sólo dos generaciones, ha pasado de la pobreza y de la miseria generalizada a un altísimo nivel de riqueza y consumo, a la par de los países más avanzados de Occidente. Sin embargo la última generación está empezando a sufrir la difusión de la precariedad, las privatizaciones y el alto coste de la educación, el endeudamiento. Por contra, la resistencia social aparece fragmentaria, individualizada, como mucho caracterizada por acciones demostrativas y simbólicas. Junto a estas formas de resistencia que no logran organizarse de modo incisivo, toman cuerpo experiencias como Sujonomo, o centros autónomos para la autorganización del trabajo cognitivo. Estamos ante procesos de agregación social distintos en países unidos por una situación de crecimiento económico: por un lado Turquía y Brasil practican la ocupación de los espacios metropolitanos y formas de insurgencia de masas, por otro Corea desarrolla experiencias que apuntan a la autorganización del general intellect practicando acciones políticas diferentes. Si las luchas en estos países nos muestran la crisis de un modelo de desarrollo y el agotamiento de las promesas capitalistas de progreso social, ¿qué valoración haces de las diferentes formas de resistencia puestas en acción? ¿Es posible extrapolar una reflexión que pueda servirnos de referencia para las luchas futuras?"

nemoniente
La autonomía del intelecto general: este es el problema

Entrevista a FRANCO BIFO BERARDI

         Respecto a tu reciente experiencia en Corea has señalado la tendencia a darse de baja de la universidad, así como el gran interés que tienen experiencias como la de investigación y formación independiente de Sujonomo. Una tendencia en cierto modo similar puede encontrarse en Italia, aunque mucho menor: los datos de unos 50.000 matriculados menos en los últimos diez años hablan de una dimensión decreciente de la universidad. Esta tendencia parcial al aumento de las bajas no se da exclusivamente por cuestiones económicas, aunque obviamente tengan que tenerse en cuenta (en Italia las tasas universitarias son todavía relativamente bajas respecto a Corea y Estados Unidos), sino que probablemente tiene que ver con una pérdida de sentido total de la universidad y de la experiencia formativa que puede realizarse en ella. Si esta es la tendencia (contradictoria y con formas y tiempos muy diferenciadas), ¿cómo se puede actuar dentro de ella?

         En Seúl he participado en muchas iniciativas. Una de ellas ha sido una conferencia en una facultad de humanidades, en la que participaban representantes estudiantiles de distintas universidades. Se habló de cómo en Corea el modelo americano (como se le llama allí) tiende a convertirse en el predominante, la universidad pública tiende a ser discriminada en favor de la privada. La titulación pública pierde cada vez más valor a favor de la privada, y naturalmente privatización significa aumento de costes y todo lo que sabemos. En algunas universidades existe un movimiento contra este proceso, pero al mismo tiempo un gran número de personas responde ante esta situación haciéndose investigador independiente.

         Al principio pensaba que cualquiera de nosotros se puede definir como investigador independiente, sin embargo en Corea es una elección personal que tiene un significado preciso. Ir a la universidad cada vez sale más caro y sirve cada vez menos desde el punto de vista del trabajo profesional, pero sirve cada vez menos también respecto a la calidad y el interés del aprendizaje. Reunido con un grupo de personas un profesor me declaró su decisión de abandonar su puesto de trabajo: cada vez lo pagaban menos (el salario de los profesores coreanos es bastante alto), lamentándose de ser tratado cada vez peor, la relación con los estudiantes se había vuelto insoportable en tales condiciones, por lo que había decidido formar un grupo de investigadores independientes.

         Sujonomo es precisamente un grupo de investigadores independientes, algunos de los cuales enseñan o estudian en la universidad. La composición del grupo es muy heterogénea, pero la característica esencial es precisamente la de una institución de investigación independiente. Es el fenómeno más interesante que me he encontrado en mi experiencia coreana.

         Traducirlo a la situación europea es tal vez un modo para vincularse a una tendencia que ya existe. Es evidente que la gente piensa muchas cosas: en primer lugar que la licenciatura, en la mayoría de los casos, no te sirve para nada; en segundo lugar -toda la gente no es tonta- hay quien piensa que ir a la universidad es ya una experiencia carente de encanto e interés intelectual.

Habría que presentar una tendencia como ésta de la manera más indulgente posible: el problema no es la elección moral o política de abandonar la universidad, pero ya que es probable que se manifieste también aquí una tendencia de este tipo interpretémosla, démosla conciencia y realismo. Es difícil, porque realismo también implica cuestiones como el futuro profesional. Así que merece la pena preguntarse por qué estudiamos. Uno, porque necesitamos un salario el día de mañana, y la cuestión es muy complicada en cuanto no depende sólo de la titulación; dos, porque no queremos ser imbéciles. Pero la universidad actualmente proporciona cada vez menos un salario y nos convierte en imbéciles cada vez más.

         Commonware parte obviamente de una historia y una plataforma teórica muy definidas, al tiempo que deberían crearse las condiciones para proyectos de investigación y autoformación más amplios. Por ejemplo, tenemos la experiencia de Public School, plataforma online lanzada en Berlín y New York consistente en grupos de estudiantes u otras personas que contactan con el sitio para estudiar el pensamiento de Newton, o cualquier otro. Buscan un experto, establecen la ubicación física o, si los estudiantes pertenecen a lugares alejados, el sitio pone a su disposición un espacio para el virtual learning. Me dicen que en Berlín y en New York ya hay clases organizadas físicamente en lugares definidos y luego existe una actividad en red. Obviamente Public School se ha puesto en marcha por gente que viene del movimiento, pero no es un proyecto de investigación acabado o predefinido: es simplemente una estructura de servicio. Esta podría ser una de las posibles evoluciones de Commonware.

         Has mantenido muchas veces que la lucha se da entre neurototalitarismo y autorganización del intelecto general. ¿Qué significa y qué consecuencias políticas tiene?

El tema del neurototalitarismo es un tema sobre el que estoy trabajando, recopilando información y escribiendo, pero quizá se podría pensar en una iniciativa como un seminario a partir de algunas cuestiones de actualidad, tipo google glass[1], georeferencialidad o PRISM[2].

¿Qué significan estos datos en la evolución tecnológica actual desde el punto de vista de la futura subjetividad?

         Pensamos en el gran escándalo surgido en torno a PRISM después de las revelaciones hechas por Edward Snowden. En mi opinión no se trata de un problema de privacidad –la privacidad ya no existe, es una palabra para estúpidos; el problema es la preconstitución de estructuras de control sobre la capacidad de trabajo y consumo de la mente humana. El proceso ya está en marcha: ya no es necesario que la NSA o la CIA espíen tu mail –las estructuras de seguimiento del potencial comportamiento productivo, económico y consumidor están listas-, la cuestión es analizar y también –este es un punto puramente político, además de ético– preguntarse si la actitud tradicional de los movimientos sigue siendo eficaz en una situación como ésta. ¿Podemos oponernos a google glass? Decir que no no significa nada, hay que elaborar estrategias que tengan un plano de consistencia totalmente diferente al de la oposición política. Los planos de elaboración tienen que ser múltiples: está el plano de análisis de los fenómenos en acción, está el de la comprensión de su signifícalo político presente, está el de la elaboración de posibles modulaciones de la subjetividad.

         Por una parte, pones de manifiesto que hoy las formas clásicas de resistencia son las armas contundentes, tienden a girar en el vacío o tienen dificultades para salir de una posición testimonial; por otra, está el problema de cómo conjugar el proceso de autorganización del trabajo cognitivo con los puntos de ruptura de lo que se define como “neurototalitarismo” –que, para permanecer en el plano de la formación y la investigación, se sitúa dentro o en los bordes de la universidad.

Una cosa es identificar un problema, y otra articular su solución. Para mí es urgente un desplazamiento de la óptica. De esta manera, la autorganización del general intellect es una fórmula que no se sabe cómo desarrollar. Probablemente será el argumento de los próximos veinte o treinta años, así que nuestra tarea es abrir la cuestión. Conocemos la centralidad de la temática del general intellect al menos desde que se publicó el Fragmento sobre las máquinas.[3] Sin embargo hay otro argumento que merece la pena afrontar: la historia de su lectura política.

         Nosotros lo hemos leído como apéndice de la historia de la lucha obrera, y una buena manera de plantear la cuestión era que los obreros vencerían una vez que dejaran a los trabajadores científico-técnicos la tarea de liberarlos de la explotación. Este es el esquema que se tenía en mente en 1969. Sin embargo las cosas no resultaron así por una serie de razones, empezando porque los obreros no vencieron.

         ¿Cómo están las cosas? Llevo unos años pensando en el tema del sufrimiento psíquico como motor de la autorganización de los trabajadores cognitivos. Sé  que se trata de un planteamiento débil porque el sufrimiento psíquico puede abrir horizontes algunas veces, pero los cierra a menudo. No pienso que el suicidio sea un proceder recomendable, pero creo que es la fenomenología de un comportamiento emergente.

         Nos encontramos frente a un problema: trabajar en la “autorganización del trabajo cognitivo” significa examinar el conjunto de las dimensiones del conocimiento humano, que deben ocupar conjuntamente a informáticos, ingenieros, médicos, nadie puede subrogar el trabajo específico de investigación disciplinar. Lo que podemos preguntarnos es qué trabajo político o filosófico o metodológico va en esa dirección? Yo diría que la creación de una plataforma técnica de intercambio entre conocimientos en formación. Cuando surgió la lista de mail Rekombinant[4], un año después de Seattle y tras el No a la OCDE[5] en Bologna, la idea era ésta: RK no quería ser un sitio de discusión política o de información, sino un espacio donde se trabajara en la creación de una plataforma técnica para la autorganización del trabajo cognitivo. Era un proyecto más grande que nosotros, pero la cuestión permanece. Algunas veces actuamos para hacer cosas que nos superan, entonces llega alguien que es lo suficientemente grande y las hace...

         Afrontemos la cuestión europea. Es evidente que en el marco actual un discurso sobre Europa, que es para nosotros un plano indispensable sobre el que actuar, debe ser repensado; el propio espacio europeo se reconstruye evidentemente a lo largo de nuevas coordenadas, evocando una Europa ideal que no tiene en cuenta la Europa real. Precisamente para contrarrestar toda tentación neosoberanista y cualquier retroceso reaccionario, es necesario considerar el problema del nivel sobre el que actúe la crítica de una Europa convertida en un monstruo. ¿Cuáles son, en tu opinión, estos niveles de actuación política transicional, teniendo en cuenta las dificultades que los movimientos han encontrado durante estos años en la construcción de redes europeas eficaces y duraderas?

         No comparto lo que ha escrito recientemente Frédéric Lordon, esto es la idea de que la única forma de autogobierno posible consiste en la soberanía y que la soberanía es necesariamente nacional: si así es, ¡al diablo la soberanía porque ya la conocemos! Me parece que la cuestión se desplaza respecto a lo que dice Lordon: el problema no es cuál es el lugar verdadero de la democracia (palabra que recomendaría olvidar), en rigor diría que ya no es ni siquiera un problema político sino precisamente un problema de fuerza productiva y antes que nada de la fuerza productiva cognitiva. Dicho esto, corremos el riesgo de que la cuestión de Europa nos caiga, de una manera u otra, sobre la cabeza, a saber, en forma de Banco Central Europeo, o en forma de un retorno desesperado del soberanismo –Lordon, que es realista desde este punto de vista, sostiene que de todas formas será un periodo deprimente. Yo diría que la cuestión europea permanece en el centro del discurso pero ya no de la iniciativa política. La iniciativa política tiene que desplazarse sobre un tema totalmente desterritorializado, es decir, sin territorio institucional: el tema de la autorganización del trabajo cognitivo. Este es el problema del siglo.

         ¿Que se joda Europa, es ésta la Europa que queréis? ¡Aquí la tenéis! Es cierto que, tal como lo hemos situado el pasado decenio, Europa no era un problema territorial, sino una metáfora para decir algo más complejo. Deshagámonos de la metáfora porque si continuamos con ella nos entenderemos mal, así que dejémosla a un lado: Europa es un desastre y –si lo hemos sido– hoy ya no podemos ser europeístas. Me gusta la idea de que pidamos todos votar en Alemania, pero es una de las tantas acciones de desmitificación que se pueden hacer. Sin embargo en 2011 pensamos que podía haber un movimiento capaz de abrir la metáfora Europa y sacar adelante un proceso de autorganización social. Sin embargo, esto no ha ocurrido. No creo que merezca la pena protestar en las plazas acerca de Europa, por el momento no se vislumbran las condiciones para un proceso de insurrección europea; en vez de ello hablemos del contenido social y autorganizativo, luego, si la forma es Europa, bienvenida sea.

         Cuando se habla de insurrección europea me siento un poco turbado porque han traducido en América mi libro “La sublevación”, y me piden que vaya a presentarlo –pronto estaré en Vancouver. Podría justificarme y decir que mantenía cualquier cosa distinta, pero en realidad en ese libro –escrito entre 2010 y 2011– mi tesis era que la insurrección europea era inminente. Ahora tengo que ir por ahí diciendo que no hubo insurrección europea, o que no la hubo tal como la ha habido en Egipto,… La experiencia en Oriente medio es una lección sobre la cual es necesario pensar, no podemos pretender que no ha pasado nada, tal vez porque pronto no hablaremos ya de Europa sino de la guerra euro-mediterránea, el próximo tema.

En definitiva, no hablaré en Vancouver de “La sublevación” sino de neuroplasticidad, explicando por qué la neuro-plasticidad es lo único exitoso.

En Turquía y, tal vez aún más en Brasil, las luchas que han animado este último periodo se dieron en una situación no de recesión sino de crecimiento económico. En tu último viaje a Corea has entrado en contacto con una sociedad que, en el espacio de sólo dos generaciones, ha pasado de la pobreza y de la miseria generalizada a un altísimo nivel de riqueza y consumo, a la par de los países más avanzados de Occidente. Sin embargo la última generación está empezando a sufrir la difusión de la precariedad, las privatizaciones y el alto coste de la educación, el endeudamiento. Por contra, la resistencia social aparece fragmentaria, individualizada, como mucho caracterizada por acciones demostrativas y simbólicas. Junto a estas formas de resistencia que no logran organizarse de modo incisivo, toman cuerpo experiencias como Sujonomo, o centros autónomos para la autorganización del trabajo cognitivo. Estamos ante procesos de agregación social distintos en países unidos por una situación de crecimiento económico: por un lado Turquía y Brasil practican la ocupación de los espacios metropolitanos y formas de insurgencia de masas, por otro Corea desarrolla experiencias que apuntan a la autorganización del general intellect practicando acciones políticas diferentes. Si las luchas en estos países nos muestran la crisis de un modelo de desarrollo y el agotamiento de las promesas capitalistas de progreso social, ¿qué valoración haces de las diferentes formas de resistencia puestas en acción? ¿Es posible extrapolar una reflexión que pueda servirnos de referencia para las luchas futuras?

         Tengo la impresión de que las revueltas continuaran en los próximos años. Lo que tenemos que preguntarnos no sólo es cuál es su origen, su razón, su impulso, de dónde vienen, esto probablemente lo sepamos; lo que tenemos que comprender es para qué sirven y en qué horizonte estratégico se sitúan. La experiencia de Turquía, como la de toda la zona, me parece catastrófica: lo que se puede definir como movimiento multitudinario –por usar una expresión que no me convence– no produce efectos duraderos de tipo positivo. El caso brasileño me es bastante oscuro, allí me parece que las cosas se mueven, pero es una cuestión continental. Si he entendido bien Dilma Rousseff ha dicho que los beneficios de la extracción petrolífera en los próximos años se destinarán a la educación y a otros servicios, serán por tanto socializados; si es cierto, es muy significativo, pero tiene que ver con la situación de toda América Latina. No alcanzo a ver una potencia estratégica en la explosión de masas, sobre todo tras la experiencia egipcia y también siria. En ausencia de una perspectiva estratégica de los movimientos lo que haces simplemente es abrir la puerta a caras diferentes del poder. Me resulta difícil decirlo porque no conozco bastante la situación turca, lo que he seguido me ha parecido desesperante, vete a saber. Lo que más me ha impresionado es que Turquía es un país con un crecimiento impetuoso. El año pasado participé en un seminario organizado por urbanistas turcos, y por lo que decían la impresión era que la calidad de vida y la subjetividad estuviese en pleno esplendor, que todos fuesen felices allí. No me parece que sea así, pero no sé dónde va a terminar una historia como ésta. Es como lo que decíamos antes sobre Europa: las revueltas son como una metáfora que contiene la posibilidad de la autoorganización social, pero sobre qué queremos poner énfasis, ¿sobre la revuelta o sobre la autorganización social? Si ponemos el énfasis sobre la revuelta nos arriesgamos a situaciones como la de Egipto; si, al contrario, nos centramos en la autorganización social, la revuelta es un paso a veces necesario, pero debemos razonar de modo diferente. Es la razón por la cual la palabra “multitud” no me convence: el concepto de multitud significa que el poder no puede controlar la subjetividad pero quiero saber qué hay dentro de la subjetividad, cómo se expresa lo que hay dentro. Si no logramos entenderlo, aunque el poder no la controle, a final saca partido a los efectos; luego hay siempre un exceso, pero ese exceso no es en modo alguno suficiente para transformase en autonomía.

         Antes has sacado a colación una sugerencia interesante, que podría convertirse en tema de un futuro seminario: una historia de la lectura política del Fragmento sobre las máquinas. Siempre te has definido un composicionista: dentro de esta historia, ¿cómo pensar en la actualidad una política composicionista a partir del problema de la autorganización del intelecto general?

         Hace ya unos cincuenta años que leo a Tronti, pero nunca como en “Noi operaisti” me he dado cuenta de qué lejos estoy realmente de él. Te fascina, dice todo tan bien que te lo crees, pero en este librito me he dado cuenta –aunque sea ciertamente un grande de la literatura italiana– que Tronti políticamente es problemático. Sostiene que entre los obreros y los tanques, los tanques tienen razón, aunque los jóvenes intelectuales habían simpatizado con los obreros. Yo pienso todo lo contrario, no sólo porque me caen antipáticos los tanques, sino porque creo que la verdadera razón de la derrota de los trabajadores en el siglo XX ha sido la identificación entre trabajadores y Estado. Aquí sería necesario volver a narrar la historia del siglo XX, desde el momento en que Lenin tuvo la malsana idea de escribir el “Qué hacer?”. Sería estupendo hacer un seminario histórico titulado “¿Y si no hubiese habido Revolución de Octubre?”.

         Tronti dice que el operaismo llega hasta 1968, porque el 68 es una cuestión interna a la burguesía que tiene que decidir qué sector gobernará la modernización. En realidad Tronti ya lo decía entonces. No es casual que después del 68 mantenga que el problema es el PCI como autonomía de lo político. Vemos los resultados. Tronti me parece muy simpático, dice todo de modo explícito e ingenioso dándote una gran visión del siglo que sin embargo no comparto en absoluto. Me pregunto en qué sentido podemos llamarnos operaisti, y mi respuesta es que solo en el sentido del método, no de los contenidos. En otros términos, si entro en los contenidos discrepo completamente, si me refiero al método estoy de acuerdo con Tronti sobre lo que llamaría la precesión de lo subjetivo, dado que lo subjetivo viene antes y la estructura después.

         Voy ahora a vuestra pregunta sobre la composición. Lo que Tronti no ve en el ’68 es lo más importante: es el primer momento en que el trabajo cognitivo deviene consciente. En el libro “From Counterculture to Cyberculture”, el californiano Frederick Turner describe el Free Speech Movement de Berkeley como nunca lo he leído, pues narra la historia de la cultura californiana y el nacimiento del neoliberalismo, la ambigüedad de la cybercultura entre libertarismo y liberalismo, la emergencia del discurso de Newt Gingrich o de la derecha californiana dentro del 68. Turner desplaza el punto de vista de California y cuenta la historia como no la ves en ninguna parte del mundo. Seguramente Mario Savio –el activista que habló en Berkeley el 2 de diciembre de 1964 dando inicio al movimiento que hoy llamamos ‘Sesenta y ocho’– no había leído el Fragmento sobre las máquinas, pero era como si lo hubiese hecho. Turner describe el movimiento californiano como el origen de todo lo que ha ocurrido después, y efectivamente así es. Es inútil recordar que California es el lugar donde nacen la informática y la red; desde este punto de vista, cómo es posible replantear un proceso de autonomía actualmente? Nosotros, la tradición post-operaista –y este es verdaderamente el mayor mérito de Negri– hemos sido los únicos que hemos visto la complementariedad de la historia de la autonomía y del nacimiento del neoliberalismo y, por tanto, en atribuir al neoliberalismo una especie de “nobleza”. ¿En qué punto se rompe nuevamente esta complementariedad? No tenemos hoy respuesta, probablemente no es una respuesta que podamos dar en términos políticos, diciendo que es necesario hacer esto en vez de aquello; para que el trabajo cognitivo pueda emanciparse de su destino capitalista y, por tanto, para que pueda volver a ponerse a la orden del día el problema de la liberación de la explotación, se necesita todo el trabajo necesario para que el saber se desarrolle libremente. El problema es precisamente la plataforma técnica para la autorganización. Si estamos desesperados porque nuestra capacidad de invención limitada al campo de la política no está en condiciones de plantear el problema, es necesario entonces que transfiramos nuestro bagaje a otro territorio, el de la autorganización epistémica de los contenidos del conocimiento. No hay truco que nos permita evitar este proceso, necesariamente largo. Aquí podríamos hacernos la trágica pregunta: desde el momento que es un proceso largo, ¿qué pasa mientras tanto? No lo sabemos, pero es así, no hay vuelta atrás, el siglo XX no se cancela, los efectos de lo que ha sucedido los viviremos todos.

Más que la alternativa entre revuelta y autonomía, el problema es pensar su relación. En otros términos, ¿cómo podemos rearticular el problema de la autorganización del trabajo cognitivo a partir de las transformaciones de la subjetividad que se dan dentro de las revueltas? Aquí dentro, de hecho, el problema que abrimos se sitúa en un plano nuevo...

Esta no es una pregunta, es una respuesta que comparto. Es cierto, la revuelta puede poner las condiciones de la transformación de la subjetividad, pero si nadie se ocupa de la autorganización social, sólo se da la revuelta, que generalmente acaba mal. En el libro “La sublevación” formulo la hipótesis de que la insurrección no es una acción política destinada a derribar el Estado, sino simplemente una convocatoria de la corporeidad inteligente de la sociedad. Tenemos que ocuparnos específicamente de lo que sucede en el cerebro, tenemos que abrir la cuestión, no como una alusión política sino como una tarea que concierne a las nuevas fuerzas. Quisiera invitar a nuestros jóvenes a pensar que en el curso de su existencia deberán, más allá de procurarse las condiciones para vivir una buena vida, buscar también el modo de que sus conocimientos tengan una función socialmente alternativa a la que el capital los destina: pónganlo como imperativo número uno.

Parafraseando a Tronti, podríamos acabar diciendo “la estrategia es de la autonomía, la táctica es de la insurrección”...      

http://www.commonware.org/index.php/neetwork/45-autonomia-intelletto-generale

[1] Las Google Glass ("GLΛSS") son unas gafas de realidad aumentada (Head-mounted display, HMD) desarrolladas por Google. [Todas las notas, incluida ésta, son del traductor]

[2] PRISM es el nombre que recibe un programa de vigilancia electrónica calificado de alto secreto (Top Secret) a cargo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de los Estados Unidos desde 2007.[]

[3] http://textos.wordpress.com/2006/05/23/fragmento-sobre-las-maquinas/

[4] http://barrapunto.com/articles/01/06/11/0239237.shtml

[5] http://social-forum.org/informazione/appello/appello_es.htm

Fonte: n-1

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